Uno
nunca dejará de sorprenderse
en este país que es único: te
levantas por la mañana, acudes al
estudio a trabajar y, oh sorpresa, te
plantan delante el borrador para la nueva Ley de Servicios
Profesionales. Este, al menos en lo referente al campo de la
Arquitectura,
podría calificarse de surrealista y, en
momentos dados, delirante. Tras la primera reacción de susto, uno se
queda
perplejo: no sabes si reír, llorar o,
directamente, pellizcarte para despertar. De la noche a la mañana, y
con ese irracional texto en cartera, un ingeniero naval va a poder
redactar
proyectos de hospitales, un ingeniero
técnico agrícola rehabilitar monasterios o, los siempre sapientes y
multidisciplinares ingenieros industriales,
crear y firmar las nuevas “Unite d'habitation” por las que tanto tiempo
llevan luchando. Y me hago una pregunta: ¿por qué nunca les ha dado a
los arquitectos
por proyectar aviones o dirigir líneas de laminación siderúrgica?
Ah, claro… que espeso se pone uno a veces: será porque se preparan para
otra
cosa.
El
Ministerio de Economía, y es que parece de chiste, ha lanzado un
borrador para la nueva Ley de
Servicios Profesionales. La aprobación de este despropósito derivaría
en el caos total en lo relativo a la
edificación arquitectónica. Este engendro ciclópeo adultera el
ejercicio en España de una de las bellas
artes, potenciando la pérdida de calidad para con la sociedad y la
devaluación de uno de los estandartes de la cultura
española: la Arquitectura. Este
anteproyecto de ley vuela en mil pedazos la Ley de Ordenación de la
Edificación, instrumento ordenador de la edificación con bastante más
sentido común que el mentado adefesio.
Defenestra la Arquitectura y da alas a una pútrida y equivocada
liberalización sin sentido: Señor
De Guindos, ¿le parece poco que ya haya en España , a día de hoy, más de
60.000 arquitectos titulados? ¿Le parece poco liberalizado el sector?
En 1.970 eran poco más de 3.600, que no llega
ni al 6% actual. ¿Liberalizar el qué? ¿A
quién quiere tomar el pelo usted, señor ministro? ¿O es que considera
imbéciles a estos profesionales españoles? Es una iniciativa en pro de
casi nadie, y en contra de todo un colectivo
profesional y de una sociedad que se merece la excelencia, lo mejor
posible. De
nuevo, y aunque ya no sorprenda, un grupo de políticos
que en su actuar dan muestras de
no saber ni por donde sale el sol,
quieren reescribir la Historia, esta vez a costa de este noble arte. O
quizá, y entonces le pido disculpas, estamos
algunos muy confundidos y usted quiere dar respuesta a algo tan urgente y
demandado por los españoles: que por
ejemplo, y con todos mis respetos a estos profesionales, un
museo de arte antiguo lo pueda proyectar, dirigir y firmar un
ingeniero
técnico forestal. Ver para creer…
Señores diputados, políticos varios de todo signo y condición,
legisladores: ya está bien de hacer el ridículo ante el mundo. La formación de
un arquitecto en España es, al contrario de otros países de la UE, integral.
Su plan de estudios es amplio y variado: matemáticas, dibujo y
proyectos; arte, estructuras y construcción. Desde la gran escala del urbanismo
a la pequeña del detalle de construcción. Formado para entender todas las partes de una
obra como una unidad, se prepara
para proyectar instalaciones,
estructuras y todo lo necesario para el
control, en todo momento y con el ser humano como centro, de todas y cada una de las partes que forma un
proyecto: ¿o es que hay alguna otra manera de entender a un buen arquitecto?
La Arquitectura es tanto un arte como una disciplina técnica de formación
amplia y compleja. Este debate parecía que ya estaba superado, pero
parece que hay a quién no le gusta aceptar la realidad. Y si en España el nivel medio de la arquitectura
es alto, será porque está proyectada y dirigida por arquitectos con planes de
estudio coherentes. Se están cargando la Universidad Pública y
ahora quieren hacer lo mismo con sus profesionales. Y es pavoroso que haya que subrayar lo que es
de “perogrullo” y esta ley quiere arruinar.
El Ministerio de Fomento apoya esta postura que aquí defiendo, apoya la
Ley de la Ordenación de la Edificación, está con la arquitectura. Pónganse entonces de acuerdo, señores del
Gobierno, y dejen de dar una imagen que deja mucho que desear.
Si George Orwell, o el mismísimo
Vitruvio, levantaran la cabeza en un
futuro no muy lejano, se podrían encontrar un panorama que, gracias a
iniciativas legislativas como esta, sería de locos: a veterinarios practicando cirugía estética
en Marbella, dentistas operando a corazón abierto en el Gregorio Marañón, O, quizá, a un ingeniero aeronáutico restaurando la
Catedral de León. Y esta última, compatriotas, puede no ser ficción si este
borrador de ley se aprueba. Una cosa es
la liberalización y otra esta delirante anarquía…
De cuajar esta ley, y a lo referente a la arquitectura me refiero,
empobrecería, aún más, un panorama arquitectónico actual no siempre luminoso.
Si los arquitectos titulados estamos muchas veces tuertos en nuestra compleja y
ardua labor, para que hablar de estos
posibles nuevos invitados que no han sido preparados para ello. Y el que quiera
proyectar, firmar y responsabilizarse por de las mismas, ahí tiene una
infinidad de Escuelas de Arquitectura donde estudiar y formarse.
Si
las leyes tienen vocación de
reglar y ordenar las actividades de la sociedad, creo que no hay que ser
un
premio Nobel para darse cuenta de las cosas.
Defendamos que los ingenieros proyecten y ejecuten sus ingenios,
garanticen con la ley el buen desempeño de sus
labores en sus respectivos campos. Y protejamos, también, lo que es de
justicia para todos: que sean los arquitectos los que sigan haciendo
Arquitectura.
Miguel Bretón Fernández
Publicado en La Nueva España el día 10 de Enero de 2013
http://mas.lne.es/cartasdeloslectores/carta/12282/nueva-dinamitacion-profesional.html
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